Informes científicos sobre los vertidos mineros en el Guadalquivir

Informe sobre la solicitud interés público superior del proyecto de refinería polimetalúrgica (PMR) de las Cruces
Vertidos mineros, hidrodinámica y físico-química en el estuario del Guadalquivir

Jesús M. Castillo1, Sara Sirviente2, Miguel Bruno2, Remedios Cabrera Castro3, Jairo Sánchez-Rodríguez4 y Manuel Díez-Minguito5
 
1Departamento de Biología Vegetal y Ecología, Universidad de Sevilla, Ap 1095, 41080 Sevilla, Spain. E-mail: manucas@us.es
2Department of Applied Physics, Faculty of Marine and Environmental Sciences, Marine Research Institute (INMAR), International Campus of Excellence of the Sea (CEI·MAR), University of Cadiz, Puerto Real, 11510, Cadiz, Spain
3 Dpto. Biología, , INMAR, Facultad de Ciencias del Mar y Ambientales, Universidad de Cádiz, Campus Universitario Río San Pedro, 11510 Puerto Real, Cádiz, Andalucía, Spain
4Dpto. Química-Física, INMAR, Facultad de Ciencias del Mar y Ambientales, Universidad de Cádiz, Campus Universitario Río San Pedro, 11510 Puerto Real, Cádiz, Andalucía, Spain
5Environmental Fluid Dynamics Group, Andalusian Institute for Earth System Research, University of Granada, Granada, Spain
 
RESUMEN
 
El precedente del vertido minero desde la Mina de Aznalcóllar en abril de 1998 nos muestra los efectos que un vertido de metales y metaloides puede tener en el Estuario del Guadalquivir y su biodiversidad. Efectos que se prologaron durante lustros a pesar de producirse cerca de la desembocadura del estuario.

Los proyectos de nuevos vertidos mineros desde las minas Cobre Las Cruces y Aznalcóllar Los Frailes no han tenido en cuenta las condiciones específicas de hidrodinámica y fisicoquímicas de la parte alta o interior del Estuario del Guadalquivir donde se producirían. Según un estudio publicado recientemente (Bonnail et al. 2019), esta zona interior del Estuario ya ha sido contaminada hasta niveles ecotóxicos, posiblemente por el vertido de la Mina Cobre Las Cruces que comenzó en 2009. La zona interior del Estuario del Guadalquivir, que acaba en la Presa de Alcalá del Río, se comporta como un “fondo de saco” con baja salinidad y condiciones de hipoxia. La Presa representa el límite superior para la propagación de las mareas y favorece la sedimentación, lo que promueve la retención de contaminantes relativamente biodisponibles y con efectos ecotóxicos. Esta situación se da, especialmente, cuando no hay grandes avenidas fluviales, es decir, la mayor parte del año; unas condiciones cada vez más frecuentes debido a escasez de caudales por disminución de lluvias por  el efecto del cambio climático y la sobreexplotación del agua con fines agrícolas en la Cuenca del Guadalquivir.

Por otro lado, en condiciones normales, la circulación inducida por el gradiente longitudinal de salinidad contribuye a transportar el sedimento, potencialmente contaminado, aguas arriba de la localización del “tapón salino” (zona de máxima turbidez), incrementando sus tiempos de residencia. El transporte de material particulado aguas arriba domina la mayor parte del año cuando la hidrodinámica está controlada por las mareas.

Estas condiciones cambian durante grandes avenidas fluviales, cuando más contaminantes mineros podrían llegar al Golfo de Cádiz. Sin embargo, parte de estos contaminantes quedarían aún retenidos en la zona más interior del Estuario y en otras zonas donde la corriente inducida por la descarga fluvial es baja, como el Brazo del Este. Otra parte se exportaría a la zona costera próxima a la desembocadura del estuario. En ambos casos, los sedimentos potencialmente contaminados llegarían a la Reserva de Pesca de la desembocadura del Río Guadalquivir, donde metales retenidos en esos sedimentos podrían hacerse biodisponibles al aumentar la salinidad. Una de las claves para analizar adecuadamente los impactos potenciales de vertidos de metales a un estuario es sus comportamientos físico-químicos y su adsorción / desadsorción a material particulado; aspecto ignorado en los proyectos de vertidos mineros y en los informes de las administraciones públicas. En esta línea, es esencial monitorizar las concentraciones de metales en los sedimentos estuarinos para seguir fielmente los posibles impactos de vertidos mineros. Además, también es esencial medir los metales disueltos y en suspensión en profundidad en la columna de agua.

Además, la precipitación de metales en el fondo del Estuario aumentaría la contaminación en los lodos que el Puerto de Sevilla draga regularmente y deposita en la plataforma continental o en las márgenes del estuario. Una plataforma continental ya impactada por la deposición de metales que aumentaría si se realizan los vertidos mineros previstos.

Los proyectos de vertido minero y sus planes de seguimiento han ignorado el complejo contexto hidrodinámico y fisicoquímico del Estuario del Guadalquivir. Simplemente, dan por hecho que la contaminación minera se diluirá y precipitará, como si desapareciera mágicamente. Pero como mostramos en esta revisión bibliográfica de artículos científicos, la realidad está muy lejos de lo previsto en las peticiones y autorizaciones de vertidos mineros que carecen de un enfoque holístico para comprender el ecosistema estuarino, incluidas sus dinámicas físicas y biogeoquímicas y cómo éstas actúan sobre la biodiversidad. Por lo tanto, dada las grandes lagunas de conocimiento en las consecuencias que los vertidos mineros podrían provocar en el Estuario Guadalquivir, en vista de las evidencias de contaminación presentes y en función del Principio de Precaución, base rectora de toda legislación ambiental, y el Principio de no-deterioro de la Directiva Marco del Agua, recomendamos no realizar nuevos vertidos mineros al Estuario del Guadalquivir.

Análisis de las posibles afectaciones de vertidos mineros sobre hábitats de interés comunitario y especies de fauna de conservación prioritaria en la ZEC Bajo Guadalquivir

Jesús M. Castillo, Carlos Granado Lorencio
Departamento de Biología Vegetal y Ecología, Universidad de Sevilla, Ap 1095, 41080 Sevilla, Spain. E-mail: manucas@us.es
 
RESUMEN
 
Este estudio científico tiene como base inicial una detallada revisión bibliográfica sobre  los vertidos mineros, hidrodinámica y físico-química del Estuario del Guadalquivir realizada por el mismo autor y que llega a la conclusión de que, siguiendo el Principio de Precaución, no deberían realizarse los vertidos mineros anunciados por las minas Cobre las Cruces y Aznalcollar. Ese informe llega a esta conclusión porque no se ha tenido en cuenta, ni por parte de las minas ni por las administraciones públicas competentes, la realidad del funcionamiento del Estuario del Guadalquivir, según la cual, podrían acumularse altas concentraciones de metales con efectos eco-tóxicos en el Estuario, especialmente en sus sedimentos.

            Este segundo estudio analiza los posibles efectos de los vertidos mineros anunciados en la ZEC Bajo Guadalquivir sobre sus hábitats de interés comunitario (HIC) y las especies de fauna protegidas de conservación prioritaria en este espacio de la Red Natura 2000.

Los HICs más expuestos a metales y metaloides provenientes de vertidos mineros serían ‘HIC 92A0 Bosques en galería de Salix alba y Populus alba’ y ‘HIC 1320 Pastizales de Spartina. Los bosques de ribera de Salix alba y Populus alba se verían especialmente afectado por la alta capacidad de las especies arbóreas y herbáceas dominantes de acumular metales en sus hojas. Así, el pastoreo podría hacer que estos metales llegasen desde las especies herbáceas al ser humano a través de productos ganaderos. Por otro lado, las planicies intermareales colonizadas por especies de Spartina atrapan sedimentos y contaminantes que pueden pasar a vegetación, invertebrados y de ahí a la fauna vertebrada. En este sentido, entre la fauna amenazada y cuya conservación es prioritaria en la ZEC Bajo Guadalquivir destaca la nutria paleártica y varias especies de peces pues podrían quedar expuestas a biomagnificación de metales y metaloides potencialmente tóxicos en el nuevo escenario de vertidos mineros.

            Este análisis apunta a posibles afectaciones importantes en la calidad de HICs y la conservación de especies singulares, lo que incumpliría las prioridades de conservación de la ZEC Bajo Guadalquivir. Además, los estudios de impacto ambiental realizados por las minas, así como los informes de las administraciones públicas competentes, no han analizado en la profundidad requerida los posibles impactos de los vertidos mineros en HICs y sus especies claves. Por lo tanto, en función del Principio de Precaución no deberían ejecutarse los vertidos anunciados de las minas Cobre las Cruces y de Aznalcollar en el Estuario del Guadalquivir.

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